jueves, 22 de julio de 2010

Escenas porteñas: sobre las vías

Arriba del subte. Arriba del tren. Vagones que van, vagones que vienen. Unos escapan, otros esperan. Subimos y bajamos, puteamos y dormimos, soñamos y lloramos. Cientos de vagones, arriba de la tierra, y abajo de la tierra. Cientos de vagones, una ciudad y nosotros. Todos los días nosotros.

Foto: Fer Massa


Viernes, después del mediodía. Una chica joven, morocha, vestida de oficinista, sube las escaleras de la estación Leandro N. Alem con un libro bajo el brazo. La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera.

Martes, día del amigo. Desde el último vagón de la línea D se oye a la conductora discutir por teléfono con Movistar. Reclama que le desapareció un saldo de crédito de unos cien pesos. La comunicación dura todo el trayecto desde Juramento hasta 9 de Julio.

Ese mismo martes, a la noche. Una chica de unos 25 años, muy blanca, el pelo muy corto, cierra un libro, se levanta de su asiento y baja en la estación Olleros. Era La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera.

Estación 3 de febrero. Miércoles, pasadas las 2 de la tarde. El tren cierra sus puertas, pero no arranca. Una puerta de un vagón del medio quedó atrancada. Las abren y las cierran una y otra vez, pero la hoja no cede. Mientras todos los pasajeros del vagón miran hacia la puerta, un vendedor ambulante deja de ofrecer cajas de Garoto, y se acerca a la puerta. Asoma la cabeza y le grita al chofer. ¡Voy! Y le sacude una patada. La puerta afloja y cierra. El tren arranca, y él vuelve a lo suyo: "Como les decía, sigo entregando finos y frescos bombones Garoto...".

4 comentarios:

Julie dijo...

Conclusión: La insoportable necesidad y amargura del riel se ameniza con el chocolate!

:P

(malísimo mi comentario, muy bueno el post. Gran observación la de los libros! Da para analizar: ¿Por qué será que la ciudad lleva a ese tipo de lectura, mientras que la playera a Ari Paluch o la del queso o la del padre rico? -recordando un comentario tuyo en Pop Life-.)

Fer Massa dijo...

Interesante eso... (la segunda parte del post, claro :P)
Es curioso. Siempre miro qué lee la gente en los transportes públicos, y generalmente no son esas lecturas de verano... Lo único que se me ocurre es que alguien que lee en un tren o un subte, suele leer mucho y no le dan tanta bola a estos best sellers... Pero andá a saber.

Joaquín Bilbao dijo...

Tus Escenas porteñas siguen convirtiéndose en la excusa para recomendar el blog.

Desde hace un tiempoque presiento que Kundera se ha transformado en un autor obligado en Buenos Aires. La anécdota demuestra que el eterno retorno se comprueba hasta en un par de viajes de subte.

La última escena revela la organización social espontánea que no solemos ver. Buen ojo para eso.

Fer Massa dijo...

Excelente, procuraré seguir atento mientras recorro la ciudad entonces jaja

Y me gusta lo que decís del libro. De hecho el transporte público mismo (sobretodo el subte) tiene algo de eterno retorno... De hecho cuando vi estos libros me acordé de vos porque habíamos charlado sobre este escritor...

Y la última es la que más me gustó. De hecho, cuando pasó, me reía solo. Bah sonreía de la situación.

Gracias por el comentario!