jueves, 15 de abril de 2010

Liniers: escalera a la fama

La frase del último me dio el pie. Es que hace rato que medito sobre este post, de cómo encararlo, de cómo contar ese proceso que me llevó a desencantarme con un historietista y dibujante a quien admiré mucho.  
A Liniers -Ricardo Siri-, no creo que haga falta presentarlo, y menos a esta altura de semejante exposición pública.
Se lo ve en la tele dando entrevistas, en las librerías con publicaciones en múltiples formatos, en las revistas, en los conciertos de Kevin Johansen, en las noticias -cuando, por ejemplo, pinta la habitación de un hotel en Europa, en su exposición del Centro Cultural Recoleta, etc, etc, etc. 
Pero, por supuesto, a todo eso no se llega de la noche a la mañana, ni de un día para el otro. Atrás hay esfuerzo, laburo, sueños y quién sabe qué más. Pero ese merecido reconocimiento no quita que yo pueda preguntarme qué cosas cambió el artista, para que tanto yo como muchos otros con los que he coincidido no lo sigamos más.
Liniers, creó a Liniers. De eso no hay duda. ¿La receta? Podría ser algo así: medio litro de talento, 100 gramos de cultura general, tres cucharaditas de Mafalda, dos de absurdo, unas gotas de suerte, espolvorearlo con sensibilidad, un toque de viveza criolla, cobertura de glace naif, y decorarlo arriba con un par de anteojos cinéfilos y una versión tierna del conejo de Donnie Darko. Y listo para venderlo en las mejores pastelerías de Palermo y alrededores.

Tiras que marcan etapas


Bonjour, decía un desfachatado: la pista de despegue fue el suplemento No de Página 12. Vale suponer que una publicación como esa es uno de esos lugares ideales para que un joven con talento demuestre lo que sabe hacer sin muchos condicionamientos, y de paso poder codearse con parte de una bohemia porteña copada, con cabeza abierta y mente progresista. Liniers hizo lo suyo: dibujos originales; historias disparatadas como las cartas de Arnold, el chico de la serie Blanco y negro; guiños culturales como la famosa pipa de Magritte; y ese toque de sensibilidad linda que se convertiría en una marca registrada en él. Y si no, ¿a quién más se le podría ocurrir decirle a su enamorada que debería ser un sabor de helado?
Ya había tiras auto referenciales, pero con humor y autocrítica. En Bonjour -como dice en la tapa del libro- Liniers era desubicado, pero también divertido, y muchas veces simplemente genial.


Macanudo, donde hasta los más feos son perfectamente bellos: así definía Maitena a esta nueva tira en el prólogo del primer volumen. La plataforma de publicación había cambiado: Liniers había saltado a una tira diaria en La Nación, con un tono más comedido -más a tono con el lenguaje del diario-, pero explotando con inteligencia la ternura y exaltando las cosas simples y lindas de la vida cotidiana a través de personajes entrañables como Enriqueta y su gato Fellini, el solitario señor del Banjo, o el niño que imagina a Olga. Se multiplicaban los pingüinos y los duendes, hacía reír con ocurrencias y emocionarse con trazos y textos precisos. También se vislumbró más la presencia de Quino, en ese personaje parecido a Mafalda, y algunos toques del japonés Miyazaki, con una Olga que recuerda a Totoro y una infinidad de personajes imaginarios con narices en la cabeza y patas en el cuerpo. El dibujante seguía apareciendo esporádicamente en las tiras, pero con orejas de conejo, y casi siempre dibujando. Un gran momento para Liniers, y para sus lectores.


El mercado de Liniers: los volúmenes de Macanudo se fueron sucediendo, y el dibujante se decidió a ir más allá de la mera publicación de las tiras que aparecían en los diarios. Ese marketing también le llegó a él, y,  sumado a su creciente popularidad, el tipo empezó a aparecer por todos lados. En esa tirada hubo de todo: más Macanudo, agendas, cuadernos, remeras en el Malba, divagaciones en formato libro. Evidentemente, Liniers le había encontrado una veta más comercial a todo ésto. Pero tampoco seamos hipócritas, que al final de cuentas gracias al lucro vivimos... pero de ninguna manera las publicaciones alternativas estaban a la altura de la tiras diarias. Lo digo porque una vez tuve la oportunidad de meterme en una de esas librería donde podés leer libros sin compromiso de compra. Y me topé con algunas cositas de Liniers que nunca antes había visto: Conejo de viaje se llamaba uno, Lo que hay antes de que haya algo se llamaba otro. Agarré este último y la sorpresa que me llevé fue ingrata. Eran unas pocas páginas de una especie de prosa poética que no llevaba a ningún lado, con los típicos dibujos de Liniers y con un precio superlativo que no justificaba su compra. Y después de tal experiencia me abstuve de leer el otro, que lo mostraba a él en su versión conejo yéndose... ¿de viaje? Ese era un primer pasito a una oda auto referencial que llegaría luego. 

Cosas que te pasan si sos famoso como Liniers: Y a mí gusto, Liniers la tiró afuera. En Macanudo comenzaron a aparecer tiras autobiográficas -Las verdaderas aventuras de Liniers- con curiosidades cotidianas que le pasaban al autor. Y esas secuencias tuvieron su salto a la fama cuando encontraron un rincón de publicación semanal en el suplemento de cultura ADN, del diario La Nación, con el título Cosas que te pasan si estás vivo. Pero arranquemos con el título. Todos comprendemos que ese vivo, tiene un sentido metafísico, relativo al que como un iluminado, ve las cosas la vida -justamente- con ojos diferentes. El autor así se define como distinto. De eso a mí no me cabe duda. Esas cosas le pasan a él, a Liniers... pero a nosotros no... ¿será porque no estamos vivos como él? ¿O porque somos gente común que simplemente no contamos con el mismo espacio? Porque en un principio lo entendí como un tipo común que no podía creer lo que le pasaba, y compartía esa sorpresa y alegría con todos sus lectores. Pero con el correr de los años, ese dejo naif, esa ingenuidad y sorpresa juvenil ya hace desconfiar... digo... ¿todavía Liniers duda de la popularidad y fama de Liniers? ¿Es sopresa que el tipo viaje por todo el mundo, o que tenga un segundo hijo, o que tenga insomnio por la noche? A mí ya me huele narcisista, exageradamente narcisista y no me divierte ni me parece tierno. Y tampoco me interesa si Liniers lee a Stephen King, o viaja a Bruselas, o se prepara una tostada con dulce de grosella. Me resulta tan irrelevante como falto de gracia. Una lástima.



9 comentarios:

Joaquín Bilbao dijo...

Excelente post. No conocía tan profundamente a Liniers y ahora puedo entender tu decepción.

¿Me podrías recomendar alguna recopilación de él para arrancar? Por supuesto, obviando las que marcaste....

El de la chica mirando el cielo estrellado lo había visto ya y me hbía encantado. Nunca supe como buscarlo. Gracias por traermelo de vuelta.

Julie dijo...

Antes que nada: coincido y aplaudo.

Yo conocí a Macanudo por Maitena, cuando me lo presentó en la contratapa de La Nación.
Al principio me gustó. Después me encantó,y si: hasta que me desencanté.
En el camino hacia lo conceptual incomprensible, hacia el mundo de los altos, y algún que otro mordisco de pan chueco que no me llenaban nada, me perdió.
Mantiene el talento en el dibujo (tiene un manejo de la hoja-espacio increíble con “tomas” o “ángulo” que parecen de cine, una estética super personal, colores, etc.) pero la hoja se le abrió como un portal y se cayó dentro de su propia tira, no sólo volviéndose un personaje más sino jugando a ser un personaje. Pero no actuando como un amigo en la infancia de Enriqueta, o el niño que imagina una Olga, o el chico que mira una peli con su chica y está nervioso. No. Liniers ya no siente o hace arte: el se muestra como el artista. Juega con esa inmunidad de hacer lo que se le antoja porque el ya es Liniers y ya no tiene que explicar nada.
Con Cosas que te pasan si estás vivo, coincido. Incluso me parece que él lo hace muy claro: Liniers cuenta lo que a él le pasa porque ahí no es sólo historietista, sino que es artista y es parte de la cultura. Es un día a día de un artista como una especie de reality show en donde vemos y nos enteramos porque él mismo nos cuenta qué pequeñas cosas le suceden.
A mi tampoco “…tampoco me interesa si (…) se prepara una tostada con dulce de grosella. Me resulta tan irrelevante como falto de gracia”.
Son cosas que a mí también me pasan; que a todos nos pasan –salvo las inherentes a su persona, claramente- porque todos estamos vivos.
Tal vez quiera decir que la cosa es al revés: que como él también está vivo como nosotros, le pasan cosas comunes, a pesar de... ¿su fama?, ¿de su éxito?, ¿de su nuevo rol?. Y ahí la empatía. “Yo también vuelco un vaso”, “yo también puteo porque me tengo que afeitar”, pero “mi copa de vino cae sobre las botas texanas de Andrés Calamaro, y yo me afeito para un happening en Barcelona”. Creo que cae en una falsa convicción de que todos somos sus fans y estamos pendientes de él. Y la soberbia, amigo Liniers, es también algo que sucede si estás vivo.
Pero en medio de todo esto que critico, recomiendo y elijo quedarme con lo que vi en sus presentaciones con Kevin Johansen. Ahí es cuestión de llegar, decir Bon jour , y después, chapeau. El tipo es u-n-a b-e-s-t-i-a. y ahí es espontáneo, sencillo , simple…Quizás ahí es Ricardo Siri. O el Liniers sin ®. Ni idea. Pero que se ve el talento, se ve.

PD: Perdón, pero necesitaba decirlo! :P

Fer Massa dijo...

Gracias, Joaco! Siempre es bueno saber de vos por estos pagos.
Mirá, si no me equivoco, Bonjour es la primera publicación de lo que hacía en Página... salvo que haya sacado alguna 'precuela' que no conozco. Igual te recomiendo muchísimo BonJour, y los dos primeros Macanudos. Esos me fascinan.

Fer Massa dijo...

Uf, Julita, son muchas verdades lo que ponés jaja.
Es como que el comentario viene a complementar el post en cosas que me quedaron por ahí colgadas, posta.
Creo que diste en la clave en esto de mostrarse como artista. Quizá eso sea lo que me molesta. Porque cuando el va al cine con su chica y le molesta con una mina coma un pancho a su lado me divierte me gusta. Pero como decís después siempre está la guitarreada con los Calamaro, o el resfrío de Aristimuño, o el vernisage con Alan Pauls y Marta Minujín. Siempre nos hace recordar eso.
Y sí, algo que omití, es sus presentaciones en vivo con Johansen: cuando pinta espontáneamente es una bestia. ¡Pero que no agarre más la guitarra porque ya no es divertido!
Gran comentario, está para ponerlo en un cuadrito de anexo al blog con un cartelito que diga: "Lectura obligada".

Julie dijo...

:) Gracias!
Yo repito mis aplausos a tu post.
Y si, que por favor no se haga el "vivo" con la guitarra que es un "muerto".
:P

cande dijo...

Excelentisimas felicitaciones para este post de Liniers, muy completo y muy interesante!

Como una profesora dice a su alumno : Fer , Sigue asi!

saludos

Cande

Fer Massa dijo...

jaja pretenderemos seguir en esta línea entonces... no se promete nada :P

Federico Pera dijo...

Muy bueno, joven.

Felicitaciones.

Fer Massa dijo...

Gracias, Perita!
El ejemplar de Bonjour que me obsequiaron a sido un pilar para este post jeje