lunes, 22 de marzo de 2010

Cortos de supermercado

Luego de una semana de engorrosas obligaciones, volvemos con dos historias breves. Dos anécdotas que me contaron que tienen un escenario en común: el supermercado. Un lugar donde pasan muchas más cosas además de lo típico.  

El champagne de las 9.05
Un champagne. Era todo lo que necesitaba para esa noche. Se metió en el Disco de la avenida Meeks, a unas cuadras de la estación de Lomas de Zamora. En cuestión de segundos, se fue a la góndola y lo agarró. Típico de sábado, a las 20.55 la cola era larga. Esperó unos diez minutos y, por fin, llegó a destino. 
-Disculpe, señor -le dijo la cajera-. Pero no le puedo cobrar esa botella de champagne.
-¿Por qué? -pregunta él desconcertado.
-Porque ya son pasadas las 9, y la nueva ordenanza permite la venta de alcohol hasta las 21.
El le explica que llegó a la cola antes de las 9, y que la demora lo obligó a pasarse del horario. La cajera insistió con que no dependía de ella la decisión, pero que de ninguna manera podía hacer una excepción.
El tipo, desencajado, levantó el champagne y lo dejó caer al suelo. La botella estalló en mil pedazos.
-Señor -reaccionó la cajera-, le voy a tener que cobrar la botella.
El pasó por delante de la cajera rumbo a la salida y dijo:
-Ya son las 9.05 -dijo-, no me podés cobrar la botella de alcohol. 
Y se fue. 

La impaciencia de los recoletos
Un amigo tiene un trabajo temporario: repone cds en supermercados de la cadena Carrefour. Según cuenta, el laburo lo tiene bastante cansado. Pero más, los modos de la gente que compra ahí adentro.
La mira la pone en Recoleta: ahí, dice, es donde llamativamente la gente tiene peores modos y más maltrata al personal. ¿Justo ahí? Sí, y así lo confirma una anécdota que me contó sobre una señora de Recoleta.
Ambientación: la señora en el Carrefour de Agüero y Berutti.
Horario: por más que no lo sepa, podemos intuirlo. La señora fue entre las cuatro y  las cinco de la tarde. ¿Después de la siesta y antes del bridge?
Reclamo: algo no andaba. O no le funcionaba la tarjeta gold, o no le alcanzaban las millas, o vaya a saber qué producto quiso cancelar.
La cajera, principal acusada de no poder solucionar los reclamos de la señora, llama a su supervisora. La supervisora tampoco consigue solucionarlo.
La mujer se impacienta. Eleva la voz. Se da vuelta y le dice al de atrás "esto no puede ser, en este país nada funciona", etcétera.
Los reclamos se convierten en gritos.
El quiebre de voz. Y el insulto.
-Ves que sos una inútil, vos -dice la señora de Recoleta-. Por eso tenés y te vas a morir con este trabajo de mierda. De cajera de supermercado.
Todos los que están cerca quedan congelados. La chica, destrozada. Empieza a llorar y nadie logra consolarla. La supervisora pide el cambio de turno. La chica desaparece por una puerta interna del supermercado.
La mujer dejó las bolsas, y se fue.








7 comentarios:

Joaquín Bilbao dijo...

La primera historia es perfecta. Podríamos filmar un corto con ella... La narración aprovecha el uso mínimo y necesario de la descripción que los hechos necesitan.

En la segunda descubro al observador que ya escribió como invitado.

¡Nada mejor que Crónicas urbanas!

Fer Massa dijo...

¡Gracias!
Es verdad, es super filmable. Después la mandamos al concurso de cortos de I-sat! jaja
Y sí, la segunda historia es de un amigo en común...

FP dijo...

Buenas. Me gusta la primera. Algo me choca en la segunda. Como si al narrador le quedara forzado tomar partido tan marcadamente... cuando él no estuvo ahí.

Saludos!

Fer Massa dijo...

Fede: es verdad que el narrador no estuvo ahí y el relato no es objetivo como el primero. Pero la diferencia radica en cómo me contaron cada historia. En la primera me la contaron así, objetivamente y yo al escribirla tampoco he tomado partido.
En la segunda mi amigo me la contó indignado, y esa misma indignación que sentí cuando me la relató no pude evitar transmitirla. ¿Mi justificación como narrador para tomar partido? Creo que hay ciertos códigos sociales que deben respetarse para no dañar a las personas, y que pasen cosas así me enerva. Ahora, si englobé a las señoras de Recoleta, sí, seguro, pero tampoco creo que lean el blog :P
Y, por supuesto, más que bienvenido el comentario, porque abre un interesante espacio para el debate.
Un abrazo!
PD: ya imprimí la nouvelle

Julie dijo...

Si hay algo bueno de la ordenanza de Scioli, acá se ve: el desenlace de la anécdota.

No quiero agregar nada sobre la ocurrencia "lomense", pero esa actitud "recoleta", apesta.

FP dijo...

Ja, abierto el debate...
Obvio que el escritor puede hacer lo que quiera -y sobre todo en su propio blog-, y, además, sabés que adoro los experimentos... pero lo que me choca a mí es la indignación prestada como recurso narrativo.
Creo que se podría contar en primera persona (tu amigo) y sería fácil. O se podría meter en un diálogo en el que te lo cuenta. O que el narrador cuente la indignación del amigo. O, no sé, que diga "me la imagino perfecto... el grito: etc etc".

No sé si logro explicarme... para metaforizarlo en el plano del cine... mi sensación es como si alguien filmara una película y la pasara en una tele, y que después otro tipo viniera y filmara la pantalla de la tele.

Fer Massa dijo...

Julita: lo suyo por los lomeños, sí que es subjetivo.

FP: De acuerdo con el primer punto, escrito de otra manera hubiera tenido más vuelo. Respecto a lo segundo, este blog con las crónicas "prestadas" -es decir las que no vi o viví yo directamente- juega un poco a eso de filmar la pantalla. Pero, ¿por qué me parece diferente y justifica el blog? Es como agarrar la tradición oral -llamémosla rumor o anécdota- y dejarla por escrito. Y lo que vale de esto, creo, es eso justamente. Escribir, y dejar asentado algo que no aparece en ningún medio, pero que sí sucede, y que de alguna manera trata de pintar nuestra sociedad hoy sin ser una gran noticia, o ni siquiera una noticia. Si usamos la metáfora de la pantalla sería algo así como retransmitir un programa que sólo se ve en Alpa Corral, para que se vea en todo Córdoba -exagero,claro-. Y encima agragarle algunas cosas que uno cree que le pueden sumar algo más.
Al menos así, lo veo yo jeje