jueves, 22 de abril de 2010

Y vos, Guillermo..., ¿en qué clase estás?

Lo recuerdo bien. Volvía de la costa con un grupo de amigos, y uno de ellos, el Pollo, empezó a criticar el término intelectual. "¿Qué es un intelectual?, ¿Qué define a un intelectual?, ¿Por qué alguien es considerado un intelectual?", se preguntaba.
En ese momento creí necesario defender la denominación. Me enredé en una discusión donde yo defendía a los intelectuales, y los definía como gente que conoce, sabe o entiende de varias materias diferentes. Por ejemplo, alguien que escribe, sabe de filosofía, literatura, o de política podría ser un intelectual. Mi amigo no coincidió, me dijo que era algo relativo, que era una postura, un mote snob para definir algo que no tenía sentido.
No llegamos a nada, por supuesto.
Quizá el diccionario de la Real Academia Española me de un poco la razón. Al menos, en el aspecto teórico. 

intelectual: dedicado preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras.

Pero tal vez, el Pollo tuviera también mucha más razón de la que yo creía en su momento. Mejor vayamos al aspecto práctico. 
La semana pasada, en la columna Los intelectuales del diario La Nación le hicieron una entrevista al escritor Guillermo Martínez, donde hablaba de política y de nuestra sociedad. Para quien no lo conoce, dejo a continuación una mini biografía. Quien no la necesite, por supuesto que puede obviarla.

Guillermo Martínez es un matemático -con postdoctorado en Oxford bancado por el CONICET-, con militancia juvenil en la izquierda y devenido escritor. Nació en Bahía Blanca en 1962 y llegó a los 23 años a Buenos Aires para estudiar. Al tipo lo descubrí por el que fue, es -¿y será?- su mejor libro: la nouvelle Acerca de Roderer. Me la recomendó mi amigo Jaime, y me la devoré en unos pocos días. Una novela extraordinaria, de búsqueda existencial, de dilema adolescente, con pretenciones científico-religiosas que la vuelven infinita y misteriosa. ¿Si es parecida a Demian pero en clave porteña? Sí. Pero eso no le quita ningún mérito. Y no está mal escrita tampoco.
Bueno, cuestión que el tal Martínez tenía otro libro anterior, uno de cuentos llamado Infierno Grande. Un libro que está bien, pero que no cuesta meterse demasiado para vislumbrar una pluma novel detrás de cada cuento. Hay una excepción, y es un cuentazo, el mismo que da título al libro y que hace poco fue publicado por The New Yorker. Sí, nada menos que The New Yorker, esa prestigiosa revista literaria estadounidenese donde se publicaron a los mejores autores americanos de todos los tiempos, y donde el único argentino que había tenido el mismo privilegio era Borges.
Leí también La mujer del maestro, que apareció seis años después de Roderer. Un libro entretenido y un tanto snob sobre la vida social de los escritores, los cócteles los egos, y una escena de sexo para destacar. Cuando llegó el momento de los policiales, también llegó el éxito rotundo. Crímenes imperceptibles es un muy buen policial que tuvo una decepcionante versión en cine de la mano de Alex de la Iglesia y Frodo Bolsón -Elijah Wood-. Finalmente llegó La silecionsa muerte de Luciana B., una novela donde se repite la fórmula que lo había catapultado a las vidrieras de Yenny y Cúspide. Aburrida, pretenciosa y mal escrita. 
Sí, también publicó libros de matemática, de Borges y la matemática y de fómulas matemáticas que no leí.

Ese vendría a ser Guillermo Martínez. ¿Es un intelectual? No lo se. Calculo que eso es opinable.  También lo son algunas de los dichos donde, en la ya mencionada entrevista, acusa a la clase media actual de estar envuelta en un nuevo gorilismo. Algo así como gorilas del siglo XXI.

"Ha surgido un nuevo gorilismo en la era de los K, que consiste en rechazar todo lo que hace este gobierno por considerarlo contaminado y sospechoso. Se trata de un odio irracional, que no se toma el trabajo de analizar cada medida en particular ni de comparar honestamente a esta administración con las anteriores". 

"Los ciudadanos comunes tienen la tendencia a creer en las teorías del complot, porque ese mecanismo contribuye a elevarles la autoestima".

"Esa creencia genera la sensación de que uno es un iluminado y no un ingenuo, como todos los que compran la versión oficial".

"La clase media argentina -a diferencia de las clases medias en otros países donde he vivido, como Gran Bretaña o Estados Unidos- es muy ostentosa y sólo se solidariza con las clases bajas cuando le va mal".

No voy a polemizar sobre estas frases. Por supuesto que lo pueden hacer ustedes, y de hecho me encantaría saber qué opinan de esto. Yo simplemente voy a dejar algunas reflexiones y preguntas que me hice luego de leer la nota y al escribir este post.



  • ¿Qué es ser un ciudadano común? ¿GM es un ciudadano común? ¿O el ser un intelectual es lo que lo diferencia del ciudadano común?
  • ¿A qué clase pertenece Martínez? ¿Será de clase baja él? ¿O gracias a las ventas y publicaciones habrá trepado a la exclusiva clase alta? ¿O será un aristócrata? ¿Acaso los escritores están más allá de las categorizaciones sociales que ellos mismos hacen?
  • En círculos literarios de tinte más progresista, Martínez no es un autor que tenga mucha devoción. De hecho, he escuchado en alguna broma al pasar, cuando se referían a algún curso literario a la hora del té de señoras de mediana edad sin mucho más que hacer de su vida, como de un curso donde se estudiaba la relación entre Borges y Martínez... Pero más allá de esto que es anecdótico... ¿Martínez no estará criticando a sus propios lectores? ¿No será esa clase media la gran mayoría que compra sus libros? 
  • Coincido en que el argentino es egoísta, y que sólo protesta cuando le tocan el bolsillo.  Las cacerolas que sonaban en 2001 no chillan por los pibes que se mueren de hambre hoy. Salen cuando le tocan los impuestos a las exportaciones de soja. Y a las clases medias de los imperios angloparlantes no las conozco, así que le damos la derecha a Martínez que parece conocerlas muy bien.

7 comentarios:

Julie dijo...

Me gustó mucho el post. Coincido contigo, y coincido con el Pollo.
El mote snob puede ser de autoproclama o de definición externa: en el primer caso, creo que puede estar el amigo Liniers; en el segundo, Willy Martinez por la invitación a formar parte de una columna en donde ya el título lo define como intelectual.
Podría pensar que el pobre Martínez no tiene nada que ver; o sí, aceptando formar parte del ciclo.
Creo que intelectuales quedan pocos. Yo no sé los nombres. Ni cómo se categorizan.
Para mí, el nuevo concepto de intelectual es una bolsa modernizada y más grande, menos exigente y más popular y ahí se pueden mezclar tanto Galeano, como GM, Ari Paluch, Aguinis, Fernando Peña, Andrés Calamaro, Florencia Peña, Stamateas, Pinti, Beatriz Sarlo. ¿Por qué? Porque se mide la intelectualidad por las cosas sencillas, simples y “llegables”: por lo popular.
Hoy la palabra de Paluch tiene más importancia en la vida diaria de las personas que algún libro de Hesse. El auge de los libros de autoayuda, las semblanzas sobre la vida de personas con cara conocida, alguna que otra frase entre divertida y práctica, demuestran que el concepto sobre intelectualidad se basa en la popularidad a veces, en lo “populacho”, en otras.
Recuerdo que una vez escuché que alguien decía que Arjona era un “Serrat de Supermercado”. Es decir, cierta intelectualidad o poesía de Joan Manuel había bajado un escalón y con ellos, las pretensiones. Pero las ventas y Luna Park se multiplicaban con esta nueva fórmula. Alerta naranja para la intelectualidad.

Hablando de fórmulas y de intelectualidad, vuelvo a Martínez. Leí “Acerca de Roderer” y el cuento “Infierno grande”. Me gustaron los dos. Y después vi la película que no me gustó, pero debe ser porque estaba Frodo y no me banco sus cejas alicaídas. Pero no pienso hablar sobre “Crímenes imperceptibles” para no ser irrespetuosa.

¿La nota en La Nación? Qué se yo. Creo que va por el lado que decís vos: la gente seguramente lee esa columna cuando ve el nombre de alguno de los autores de los ” libros de reposera”. Porque lo conoce, porque lo vio abrirse en un libro, porque quiere saber lo que opina sobre el INDEC, sobre los piquetes y el maquillaje de CFK. Ese mote snob que dice el Pollo se vuelve hacia el entrevistado como una máscara que lo vuelve un personaje (algo así como lo de Liniers).

Con respecto a tus interrogantes, no sé de qué clase es. Una vez un profesor en clase dijo que “hay mucho católico fanático e inquisidor que cuando todos se dan vuelta, se hacen sanguches de vela y gárgaras de agua bendita”. Y esto creo que resulta aplicable a cualquier cosa, como por ejemplo autodefinirse de izquierda.

Teniendo en cuenta la gente que se muere de hambre todos los días en este infierno grande, y aprovechando su sapiencia narrativa y matemática, propongo que el Sr. Martínez haga un breve pero popular ensayo sobre estos crímenes imperceptibles.

PD: perdón, me explayé demasiado.
PD2: ahora, debajo de la nota se puede leer lo siguiente
http://es.tinypic.com/r/dp7bs1/5

SNM

PD: http://es.tinypic.com/r/npi2yp/5

Fer Massa dijo...

Sí, lo de definir quién es intelectual y quièn no es una tarea que no vamos a poder definir nosotros. Tampoco qué es. Como decís, es super relativo y tiene màs que ver con la mirada de la gente. Seguramente haya gente que piensa que Paluch lo es. Otros que Martìnez, etc.
Lo de la clase social es medio una excusa para mostrar la pose del tipo calculo, que me da esa sensación de alguien que mire desde el úlpito y critica como si el esteviese màs allá de todo eso.
Y que loco lo de el código. Tal vez es google que nos manda mensajes cifrados!

stephanie-* dijo...

Muy interesante el abordaje del post! Lei partes de la entrevista sólo porque me llamó la atención en La Nación online, pero no lei nada del señor en cuestión.

Su "pose" me pareció bastante facilista... y nada de otro mundo la verdad, hoy ya estamos muy acostumbrados a escuchar a la clase media más progre bardear a la clase media más gorila. Lugar común si los hay! Pero sí, es interesante ver desde dónde habla él exactamente... dónde se pone a sí mismo mientras hace esas afirmaciones...

También muy interesante el primer comentario. Juli, si me permitís, algunas salvedades: no es lo mismo masivo (escuchar a Arjona, Florencia Peña, Tinelli, etc etc) que popular (leer a Fontanarrosa, José Hernández, Washington Cucurto, etc). De la misma manera que no es lo mismo "intelectual" que "intelectualoide" (y acá dejo que el lector llene el paréntesis con ejemplos por sí mismo).

Julie dijo...

Te re contra permito! Y estoy de acuerdo con las salvedades que marcas.
Ahora que lo pienso, después de releer-me, tenes razón.
Quizás en populacho entre lo masivo. O al menos quise ponerlo así.

Y si, intelectualoides sobran!

Fer Massa dijo...

Que bueno que te haya copado Stephi porque al terminar de escribirlo dudé bastante de publicarlo, porque me dio la sensación de que podía leerse como que me sentía atacado por lo que dijo Martínez jaja
Y tal cual, quizá lo que sí me molestó es su pose, no tanto lo que dijo porque en algunas cosas coincido. Me rompe mucho eso de que hablen desde un lugar donde el ciudadano común o de clase media es el estereotipo del facho-ostentoso-ignorante-etc y creo que lo que hace es generalizar.

Y me sumo al comentario de Juli de que es interesante diferenciar lo popular de lo masivo.

Y ya pronto saldrá el post con una lista de intelectualoides :P

Joaquín Bilbao dijo...

No me gusta nada eso de "la gente común".

El problema es que estos tipos declaran cualquier cosa y opinan sobre lo que sea. ¿Tan importante es la opinión de un escritor con (algunos)méritos?

En el intento de apelar a "los cultos", "los intelectuales", etc. se termina dando espacio para que un tipo igual que todos nosotros diga las mismas huevadas pero con más resonancia.

En definitiva, todo esto no es más que otro ejemplo de opinólogos que andan dando vuelta por todos lados.

Progamas como TVR, Duro de domar se basan en 6 tipos que opinan todo el tiempo sin bases sólidas. Todo es tribuna y griterío, pase de facturas, etc.

No importa el conocimiento, estudio y trabajo que permiten sacar conclusiones relevantes. Eso, seguro, es aburrido.

"Los ciudadanos comunes tienen la tendencia a creer en las teorías del complot, porque ese mecanismo contribuye a elevarles la autoestima".

¿En qué se basa la primera afirmación? ¿Cómo lo sabe Guille M.? ¿Leyó algún estudio de Sociología o Ciencias Políticas para clasificar a la sociedad y entender como operan las teorías del complot en ellas? Habla de un "mecanismo" que no sé que joraca hace... ¿sabe también de Psicología?

El tipo es un genio o un papanatas. Mi conslusión: al Guille M. lo escucharé cuando hable de literatura (quizá tb matemáticas). Para escuchar (leer) reflexiones en el aire me tengo a mi, mis amigos y, de última, gente con más nivel. Digamos grosos en serio Sarlo o, tal vez, internacionales com Lipovetsky.

Igual, de todo esto también tiene que hacerse cargo el periodismo. Basta de inventar notas con opiniones insostenibles, pero que siren porque las dijo un mengano relevante. Falta la repregunta que vaya más allá del ajá, que piola e inteligente". Claro, si el tipo no puede fundamentar nada, nos quedamos sin interviú. Y la rueda tiene que segguir rodando...

Me fuí de mambo, evidentemente ha sido un gran post el suyo Sr. M.

Fer Massa dijo...

jaja
Bienvenido el irse de mambo, y la crítica!
Respecto a los opinólogos, voy a confesar que en un principio me divertín, pero la verdad es que ya no da para más. Tal vez la multiplicación de ellos haya hastiado, pero ese facilismo con el que matan a todo el mundo sin elaborar absoultamente nada propio es súper mediocre. Y creo que esa es la crítica a programas como TVR, 678, Duro de Domar, y ni que hablar el de la rubia que está en la tele por se rubia y decir "toooodoooo"...
Y respecto a Martìnez puntualmente creo que das en la tecla: si el pibe habla de matemáticas o literatura, OK, me callo. Pero acá se refiere a política y sociología... Y sí, tambièn es culpa de quien da de comer.