martes, 23 de febrero de 2010

La ciudad, cuna de grandes atletas -hoy escribe Lucas Bertellotti-


Estaba en la calle, intentando llegar al subte, mientras llovía a cántaros, con los zapatos empapados y mis pantalones arremangados casi por las rodillas. Una señora caminaba por la misma calle, y se dirigía para el otro lado. Tenía paraguas, yo no. Venía resguardado por un techo, pero en el momento en que nos cruzamos y teníamos que definir quién quedaría sin protección, pegó su cuerpo contra la pared y me obligó a empaparme. Me di vuelta para mirarla, caminaba rápido. Sin pensarlo, esbocé una leve sonrisa y seguí caminando.
Mientras saltaba cada uno de los charcos, provocados por la cantidad de agua que había caído en tan poco tiempo y por el deterioro de nuestras calles y veredas, pensé: “Ojo, a partir de estas inundaciones, hay muchas posibilidades que en nuestra ciudad salga una joven promesa de salto en largo”.
La argentina tuvo una sola medalla en este deporte; fue Noemí Simonetto, que ganó la de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 48. A partir de allí, no hubo representantes que se destacaran en la disciplina.

Así, empecé a prestar atención en mi técnica de salto. Concentración para determinar el momento justo para desprenderme del suelo. Aceleración, y tres pasos: izquierda, derecha, izquierda, y el despegue. La caída, superando los 30 centímetros, fue con los dos pies, como los grandes atletas. Miré a los costados, pensando que alguien me estaría viendo. No fue así.

Habría que agradecerle al ingeniero Mauricio por esta gran ciudad, que no sólo se preocupa porque esté buena Buenos Aires, sino que comienza a involucrarse en el atletismo de nuestro país, que sufre día a día con deportistas que no tienen recursos para competir en el exterior, y que aún así, cada tanto vuelven de sus competencias con una medalla bajo el brazo.

Y me imaginé a un pibe, de unos 10 o 12 años. Quizás viva por la zona de Palermo, por las famosas Santa Fe y Humboldt. Lo imaginé en la calle, saltando, agarrado del brazo de su madre. De repente, el pibe se rebela y se desprende de la mano de ella. A pocos metros tiene un charco de un metro. Se concentra, abre bien sus ojos, toma carrera, se impulsa y supera la marca; pasa el charco de agua con facilidad.
El nene jugaba al fútbol con sus amigos, pero un día, después de aquella experiencia, le preguntó a su mamá si lo podía llevar a saltar. La madre tardó unos meses en llevarlo, porque no sabía bien dónde podía practicar el deporte, pero finalmente se decidió. Después de la primera práctica, la madre le fue a preguntar al entrenador si su hijo servía para esto.
Y él fue claro: “Señora, su hijo es un fenómeno. Nunca vi saltar a alguien de su edad de esa manera. ¿Dónde aprendió a hacerlo?”, y ella respondió: “Saltando charcos, cerca de casa”.

*Lucas Bertelllotti es un joven amigo que es periodista deportivo. Pero no se queda ahí: supo llevar la 10 de Excursionistas en la espalda, y es un amante del cine clásico, y de autores como Hemingway, Arlt y Dostoievsky. Pero además, lo más importante: es hincha de Boca, y un gran tipo. Por Copacabana y estos pagos seguimos esperando tu blog. ¡Y gracias por el aporte!




2 comentarios:

Julie dijo...

Mis felicitaciones a Lucas!
Me encantó!
Y aprovecho el espacio para extender las felicitaciones por "Campeones anónimos".

Un beso!

Joaquín Bilbao dijo...

Me sumo a las felicitaciones de Julita: realmente un texto genial del gran Bertelotti. Muy buena idea y excelente ejecución. Digna de un representante contemporáneo del nuevo periodismo.

Ojalá se anime a compartir más experiencias en un blog propio. Sabemos que material e imaginación no le faltan...

¡Gracias a Anecdotario colectivo por ofecernos material inédito!