
Hace un tiempo vi con mi hermana Tetro, la última película de Francis Ford Coppola que filmó acá. Sí, acá, en la Argentina. Todavía no salió en cine, pero bueno, la encontré en mi video club amigo y aproveché la volada.
A los dos nos gustó. A ella más que a mí. Pero hay algo en lo que no coincidimos: a ella le pareció una película realista, que cuenta una historia con idas y vueltas, y que los flashbacks con imágenes fellinescas del pasado eran simplemente recuerdos.
En ese sentido, yo percibí algo distinto. Si bien coincido en que la base de la historia es de carácter realista -problemáticas familiares que se arrastran, desarraigo, crisis del artista-, la película me pareció impregnada de cierto aire de fantasía, de cuento, de relato que iba más allá del conflicto en sí. Es por eso que se me metió la idea de que Coppola metió mano de un recurso literario bien latinoamericano como lo es el realismo mágico. ¿Qué cosas me llevaron a esa idea? Que esté filmada en blanco y negro, que los recuerdos luzcan en colores, que haya elegido locaciones como el barrio de La Boca o la Patagonia, escenarios particularmente pintorescos y con cierta apertura hacia lo mágico, además del surrealismo proporcionado en los pasajes en donde se rinde homenaje a Los cuentos de Hoffman y Las zapatillas rojas. Y si bien la fantasía nunca llega a darse del todo, se percibe todo el tiempo como latente, especialmente en las escenas que transcurren en el teatro que maneja Rodrigo de la Serna, y en donde Mike Amigorena tiene rienda suelta para exhibir una excentricidad un tanto grotesca y aparatosa para mi gusto.
Sí como leyeron, Francis Ford no sólo contrató a ellos para la película: también a Leticia Bredice, que hace bien su personaje típico; a la hija de Moria, que actúa de la misma manera que cuando uno la ve en el living de Susana o la mesa de Mirtha; y a Erica Rivas que aparece alguna que otra vez en escena.
Lo de los argentinos me pareció digno, aunque claramente el podio de la actuación se lo llevan la española Maribel Verdú y el debutante Alden Ehrenreich.
La crítica le pegó duro en general. Algunos llegaron a tildarlo de fracaso. Me parece una exageración, aunque reconozco también que tal vez me siga aferrando a la idea del realismo mágico, porque de ser una historia común y corriente, por momentos caería en el ridículo y perdería muchos puntos favorables por el camino.
De todas maneras, recomiendo mirarla porque pocas veces nos vamos a poder dar el lujo de ver Buenos Aires bajo la lente de un genio del cine como Coppola.
Acá dejo un video donde el creador de El padrino presenta la peli y el trailer.
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