lunes, 27 de junio de 2011

Escenas de un domingo que nadie olvidará jamás

Me tocó estar afuera del estadio. Un laburo para dar una mano a Deportes que me sacaba la posibilidad histórica de mirar el partido que ninguno de los que nos gusta el fútbol se quería perder, pero que me daba la posibilidad histórica de estar ahí, a la sombra del Monumental y verlo todo con mis propios ojos. 
Lo que pasó ya lo sabemos todos. Nada de crónicas. Con la camiseta de mi club guardada en el cajón desde hace un par de días ya, mi idea es simplemente compartir algunas escenas que presencié y que tal vez vuelva a recordar cuando le cuente a mis hijos o nietos cómo fue ese extraño día en que River descendió al Nacional B.


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El festejo equivocado

La mayoría estaban sin radio, y los rugidos que salían desde el Monumental los recibían con la única certeza que les daba la esperanza. 16 y 26 se escucha el gol. Y afuera, en la esquina de Figueroa Alcorta y Udaondo, lo cantan todos. Corren para todos lados, se abrazan, se arrodillan y agradecen. Hasta que un rumor, apenas un susurro, rasga el sueño con tres palabras: "Fue de Belgrano".  

Inconsolables
Ella. Unos catorce o quince años, el pelo largo y rubio, una campera blanca. Hecha un ovillo contra unos paneles de metal que resguardaban la Shell miraba el Monumental y no podía parar de llorar. Las piernas flacas se le agitaban como a una convulsa. La que parecía su hermana la abrazaba tratando de serenarla. Unos metros adelante, él. Unos treinta, camperón de River, jogging del club, acuclillado sobre la vereda se agarraba de una maceta para no desmoronarse. La cabeza caída, los ojos secando lágrimas. Otro hincha que pasaba, un desconocido para él, le acarició la cabeza rapada y siguió su marcha rumbo a Libertador.    

A la cámara apagada
Lloraba como un chico, como alguien que se encapricha en cambiar la realidad y no puede. El jean sucio, las zapatillas gastadas, no se veían los ojos cuando le hablaba a la cámara de Telefé, sólo unas arrugas en la comisura de los ojos. "Todo el año pagando y nos mandan a la B. Con lo que me cuesta pagar la entrada", repetía y nos miraba a los que estábamos ahí parados, como buscando una respuesta que lo consolara. El periodista le avisó que la cámara estaba apagada, que ya la iban a encender y que iba a poder decirle lo que quisiera. Pero él no escuchaba y repetía su lamento una y otra vez.

Provocaciones
Un grupo grande de hinchas prefirió evitar Undaondo donde el hidrante de la federal se la agarraba con todos los que tenía adelante, y se decidieron por la diagonal Betbeder. Caminaban tranquilos, desolados, pero tranquilos. Al pasar por la hilera de efectivos de la guardia de infantería que estaba apostado delante del vallado donde se ubicaban los micros de Belgrano, uno de ellos rompió filas y disparó al aire dos veces su escopeta con balas de goma como para que apurasen el paso. Algunos hinchas se dieron vuelta y los putearon con mucha bronca. Más de un efectivo se agarró las bolas y se rió.

La ira consumada
A las 18, Libertador parecía una calle de Kabul. A lo lejos, apenas iluminadas por las luces de la avenida, se veían columnas de humo, y sobre el pavimento piedras, ladrillos por todos lados. En el segundo carril, mano hacia el centro, una camioneta utilitaria de Carrefour estaba, literalmente, dada vuelta. ¿El porqué? Cuando cruzaban un grupo de hinchas, arrancó como para escapar de la turba y se llevó puesta a uno. El único rastro que se podía percibir del chofer era un mate cebado, con la bombilla adentro, sobre el asiento del acompañante. La utilitaria estaba destrozada: los vidrios estallados, la carrocería abollada, y hasta el capot levantado con los cables arrancados.




*Acá los links de  crónica y colaboración de este fin de semana en La Nacion. 









2 comentarios:

Julie dijo...

Creo que el título es así. Seas del equipo que seas, ese día va a ser difícil de borrar.
Siendo de River, te aseguro que va a ser imposible.
Y vos, que estuviste ahí, tampoco. Lo contaste como protagonista y lo fuiste. Más allá de que yo no lo pasé bien por dos cosas -angustia y la preocupación lógica por tu integridad física- estás metido en la historia...de River (jeje) y del país también.

Ah! Y qué tristeza por Dios! Me identifico con muchos de las escenas que describis, aunque en casa, pero el llanto estuvo.

Excelente, Massa. Y mis felicitaciones.
:)

Fer Massa dijo...

Gracias Piaggito!
:)